15/04/19

Garbos: Intersecciones No Casuales en Factoría Habana

Review

por 

LIANET HERNÁNDEZ
fotografía
ALBA LEÓN

Quienes se interesen por guardar datos curiosos del mundo artístico contemporáneo habrán apuntado, por ejemplo, que en la fecha inaugural de esta XIII Bienal de La Habana, el proyecto colectivo liderado por la prestigiosa curadora Concha Fontenla reunió, en la misma sala, las obras individuales de tres cubanos que juntos hicieron leyenda. Desde 1991 Marco A. Castillo, Dagoberto Rodríguez y Alexandre Arrechea se hicieron mundialmente conocidos como Los Carpinteros. En 2003 Arrechea decidió continuar su camino independiente y aunque los dos primeros todavía sostienen su carrera en común, muy pocas veces ha podido disfrutarse el trabajo individual de cada uno en una misma exposición.

Intersecciones, inaugurada en Factoría Habana, ofrece este placer a los espectadores. El ex Carpintero muestra la segunda parte de El rostro de la nación, la obra que inauguró en el Estudio Figueroa Vives y que continúa el discurso visual del video mostrado en aquella ocasión, pero esta vez en dimensiones instalativas. De hecho, la muestra en general se basa en instalaciones y así también lo hacen Marco y Dagoberto con sus obras Gabriel y la serie Emblemas, respectivamente, ambas del año 2018.

El discurso curatorial de Intersecciones se teje en torno al conceptualismo, y por la parte cubana lo completan las piezas de otros pesos pesados dentro de las artes visuales en la Isla como Carlos Garaicoa, Antonio E. Fernández (Tonel) y José A. Toirac, este último Premio Nacional de Artes Plásticas 2018. Además, es posible ver obras de Fernando Rodríguez, los hermanos Yoan e Iván Capote, así como de Rafael Villares, un joven ya bien instaurado en los circuitos del arte cubano y quien acostumbra mostrar creaciones que implican la interacción directa con el público.

Aunque los cubanos sustentan el eje central, la muestra no se limita únicamente a ellos. Dividida en tres momentos de interpretación no jerárquicos, sino únicamente delimitados por los tres niveles de exhibición que ofrece Factoría Habana, Intersecciones incluye en un segundo espacio a los artistas latinoamericanos. Aquí se destaca una intención curatorial más marcada hacia la relación con otras manifestaciones como la arquitectura o el diseño y los espectadores pueden disfrutar de las propuestas de la mexicana Lucila Aguilar y su magnífico trabajo con el bambú, así como de los muebles emblemáticos de los cubanos Gonzalo Córdoba y los de Luis Ramírez. También se incluyen las piezas del dúo Andrés Klimek y Sergio Donis, los videos de Amor Muñoz, así como las obras de Clara Porset y Gustavo Pérez Monzón, ambos cubanos.

 

Con este último, quienes anoten datos curiosos podrán advertir otra vez un detalle nada casual. Desde hace más de tres décadas, Monzón radica en México. Su obra fue una de las más importantes dentro de la famosa exposición Volumen I en los años ochenta, pero había desaparecido de Cuba hasta que en la pasada edición de la Bienal una gran muestra retrospectiva en el Museo de Bellas Artes lo devolvió hasta Cuba. Para esta Bienal Monzón regresa en la muestra curada por Concha Fontenla y lo hace con una obra que rompe con su tradición plástica, aunque se mantiene su base conceptual. Se trata de Snapseed #1, #2 y #3, de 2019, un dibujo bordado y tejido sobre lienzo y colocado a manera de tríptico.

En un tercer momento de la muestra se ubican los artistas africanos Ayọ̀ Akínwándé (Nigeria) y Athi-Patra Ruga(Sudáfrica), con curaduría independiente de Isabel Moura Mendes y Natalia Palombo. La muestra en particular de estos importantes artistas africanos que por primera vez llegan a Cuba y a América Latina se titula Inside Out y abarca una gran representación de esculturas, videoarte e instalación. Se trata de dos representaciones individuales sobre la situación política y social del continente africano, así como las formas de enfrentar y reproducir esa realidad tanto de manera personal, como a través de los medios de comunicación.

Intersecciones, además de construir su discurso entorno al conceptualismo cubano y los puntos en común que este ofrece con otras poéticas de creación, pone fin a una trilogía iniciada a mediados del 2018 como work in progress y que concluye ahora su ciclo de interpretaciones.