Orillero
Dagoberto Rodríguez & Nuria Mora
Invernadero The Sibarist
Curaduría: Diana Cuéllar Ledesma
Planeta de Rubies, 2022
acuarela sobre papel 130 x 130 cm.
Silla Mineral, 2022
acuarela sobre papel 65 x 65 cm.
Silla vista trasera, 2022
acuarela sobre papel 65 x 65 cm
Orillero reúne el trabajo de Nuria Mora y Dagoberto Rodríguez desde una propuesta que cruza de forma orgánica las fronteras entre arte y diseño. El proyecto debe su nombre al apelativo con que solía llamarse en Cuba a los sujetos de la costa y su particular gusto en cuanto a moda, espacio doméstico y estilo de vida. La gente de la costa, siempre abierta a las novedades de ultramar, se caracteriza no solo por su apertura y sencillez, sino también por su agilidad para asimilar materiales y estilos. Es en este contexto que el mobiliario de arte aquí presente se plantea como testigo material de experiencias de viaje y desplazamiento, pero también de procesos de arraigo y desarraigo por la tierra y el paisaje.
Como una evocación de su natal Caibarién, Dagoberto Rodríguez incorpora la estética del diseño de interior moderno, pero tamizada por la materialidad y las formas propias de la exuberancia caribeña. En países como Cuba, Brasil o México, la adopción del lenguaje moderno de la arquitectura y el diseño de interiores pasó por una adaptación plástica que incorporó los principios estéticos y el ethos vital del trópico. El tratamiento artesanal, los materiales cálidos y la influencia del clima en la configuración de las estancias se impusieron para crear una domesticidad diferente: cómoda, funcional y moderna a la vez. En los muebles de Dagoberto Rodríguez, Le Corbusier y el diseño escandinavo parecen bailar sensualmente, generando entornos acogedores, cálidos y elegantes. Sillas, sillones, mesas y cómodas materializan la evocación y la convierten en una objetualidad bella y fresca, casi juguetona.
Un viaje en Vespa de Madrid a Oporto a razón de 60 kilómetros por hora permitió a Nuria Mora apreciar la discordancia entre los impactantes postes de luz de las autopistas y los antiguos postes de palo de las carreteras secundarias, que llevaban la electricidad a los pueblos. Cada uno marcaba un ritmo de viaje, como paralelismo de dos concepciones distintas de la vida: el de la alta velocidad, cargado de urgencia, aceleración y estrés difería radicalmente del circuito de los pueblos, cuya ralentización permitía a la artista una apreciación gustosa del paisaje. Fue en virtud de ese ritmo lento de viaje que la mirada de Nuria Mora reparó en los aisladores cerámicos de los viejos postes de luz. Eran artefactos cuya función no era estética sino utilitaria, ya que evitaban que una descarga de corriente pudiera transferirse del cable a la madera, causando algún incendio. A la larga esos objetos, cuya belleza radicaba en gran medida en su modestia, se convertirían en una obsesión para la artista, bajo cuya mirada los postes de luz eran una suerte de boyas terrestres.
La serie Boyas consiste por tanto en esculturas colgantes en las que la parte cerámica es el aislador propiamente tal y el resto de la obra se elabora en madera. La boya, además de ser un elemento señalizador, cumple también funciones de salvación, pues es un elemento del cual agarrarse cuando uno está, o se siente, a la deriva. El arte de Nuria Mora, que es ya inconfundible por su estética pop de vivas geometrías y colores, dota el espacio de dinamismo y poesía con esta instalación para una navegación doméstica.
Decía la escritora Valeria Luiselli que una persona solo tiene dos residencias permanentes: la casa de infancia y la tumba. En este viaje hacia o desde las casas de su niñez los artistas establecen un vínculo desde el orden de lo material, pero también desde la sensibilidad y el afecto.
Durante el periodo de exposición se realizarán dos reacomodos del espacio, incorporando nuevas piezas para dotarlo de dinamismo y frescura. La idea será la misma, pero la rotación de las piezas permitirá experimentar una misma poética desde diferentes experiencias estéticas. Esta generación de un ambiente inversivo de confort e intimidad dará como resultado una instalación potente y acogedora, con toda una carga de historia y memoria del diseño.
Durante el periodo de exposición se realizarán dos reacomodos del espacio, incorporando nuevas piezas para dotarlo de dinamismo y frescura. La idea será la misma, pero la rotación de las piezas permitirá experimentar una misma poética desde diferentes experiencias estéticas. Esta generación de un ambiente inversivo de confort e intimidad dará como resultado una instalación potente y acogedora, con toda una carga de historia y memoria del diseño.