20/06/23

RETROPÍA. MADMI, PUERTO RICO.

Exhibitions

RETROPÍA

Dagoberto Rodríguez

15 JULIO 2023 – ENERO 2024

‍Esta exposición gira en torno a la serie Emblemas, en la que el artista Dagoberto Rodríguez conjuga la estética y parafernalia de los autos clásicos estadounidenses con la exploración lingüística de la política y la cultura popular de Cuba. En los logotipos de antiguos modelos de Ford, Chevrolet o Pontiac, los nombres de las marcas han sido sustituidos por palabras o expresiones propias de la retórica revolucionaria, la disidencia política o, simplemente, expresiones de la cultura popular.

‍Símbolo elocuente de la pujanza de los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, los automóviles clásicos americanos fueron desapareciendo de las calles del mundo con la paulatina renovación de modas, estilos y tecnologías. Paradójicamente, en Cuba se han mantenido en pleno uso a lo largo de sesenta años de comunismo, llegando a formar parte del repertorio turístico de la isla.

‍Se estima que durante las décadas de 1940 y 1950, cuatro de cada cinco automóviles producidos en el mundo se fabricaban en los Estados Unidos, donde las ventas domésticas eran suficientes para mantener en pie las largas cadenas económicas involucradas en su fabricación, hasta el grado de imponer los modelos de urbanismo y las formas de vida de ellos emanadas.

‍Frente a una Europa devastada por la guerra, Estados Unidos fue el referente inmediato sobre el que los países latinoamericanos orientaron sus proyectos modernizadores generalmente con malos resultados. La exposición Retropía de Dagoberto Rodríguez no busca alimentar la nostalgia o el culto al automóvil, sino, por el contrario, reflexionar acerca de la imperante urgencia de repensar nuestras ciudades y las maneras de habitarlas. Esta necesidad se impone a escala planetaria, pero especialmente en el subcontinente latinoamericano en el que, postergada, detenida o incompleta, la modernidad se mantiene en la base de la psique y de la vida como utopía hereditaria o distopía permanente.

El título de la exposición parte del concepto de retrotopía, término acuñado por Zygmunt Bauman para referir a la actual coyuntura histórica, en la que el futuro es tan amenazador e incierto que el escape mental se dirige hacia el pasado. La exaltación nostálgica, sin embargo, está dando lugar a un peligroso resurgir de mitologías nacionalistas, culto a líderes agitadores y a críticas afirmaciones identitarias. En esta línea Retropía de Dagoberto Rodríguez también busca alertar sobre el riesgo de la seducción del consumismo, las modas y los extremismos ideológicos.

 

‍Diana Cuéllar Ledesma

Curadora
19/07/22

Orillero. Invernadero The Sibarist. 8-14 Sept 2022

Exhibitions

Orillero 

Dagoberto Rodríguez & Nuria Mora

Invernadero The Sibarist

Curaduría: Diana Cuéllar Ledesma

Planeta de Rubies, 2022
acuarela sobre papel 130 x 130 cm.

 

Silla Mineral, 2022
acuarela sobre papel 65 x 65 cm.

 

Silla vista trasera, 2022
acuarela sobre papel 65 x 65 cm

 

Orillero reúne el trabajo de Nuria Mora y Dagoberto Rodríguez desde una propuesta que cruza de forma orgánica las fronteras entre arte y diseño. El proyecto debe su nombre al apelativo con que solía llamarse en Cuba a los sujetos de la costa y su particular gusto en cuanto a moda, espacio doméstico y estilo de vida. La gente de la costa, siempre abierta a las novedades de ultramar, se caracteriza no solo por su apertura y sencillez, sino también por su agilidad para asimilar materiales y estilos. Es en este contexto que el mobiliario de arte aquí presente se plantea como testigo material de experiencias de viaje y desplazamiento, pero también de procesos de arraigo y desarraigo por la tierra y el paisaje.

 

Como una evocación de su natal Caibarién, Dagoberto Rodríguez incorpora la estética del diseño de interior moderno, pero tamizada por la materialidad y las formas propias de la exuberancia caribeña. En países como Cuba, Brasil o México, la adopción del lenguaje moderno de la arquitectura y el diseño de interiores pasó por una adaptación plástica que incorporó los principios estéticos y el ethos vital del trópico. El tratamiento artesanal, los materiales cálidos y la influencia del clima en la configuración de las estancias se impusieron para crear una domesticidad diferente: cómoda, funcional y moderna a la vez. En los muebles de Dagoberto Rodríguez, Le Corbusier y el diseño escandinavo parecen bailar sensualmente, generando entornos acogedores, cálidos y elegantes. Sillas, sillones, mesas y cómodas materializan la evocación y la convierten en una objetualidad bella y fresca, casi juguetona.

 

Un viaje en Vespa de Madrid a Oporto a razón de 60 kilómetros por hora permitió a Nuria Mora apreciar la discordancia entre los impactantes postes de luz de las autopistas y los antiguos postes de palo de las carreteras secundarias, que llevaban la electricidad a los pueblos. Cada uno marcaba un ritmo de viaje, como paralelismo de dos concepciones distintas de la vida: el de la alta velocidad, cargado de urgencia, aceleración y estrés difería radicalmente del circuito de los pueblos, cuya ralentización permitía a la artista una apreciación gustosa del paisaje. Fue en virtud de ese ritmo lento de viaje que la mirada de Nuria Mora reparó en los aisladores cerámicos de los viejos postes de luz. Eran artefactos cuya función no era estética sino utilitaria, ya que evitaban que una descarga de corriente pudiera transferirse del cable a la madera, causando algún incendio. A la larga esos objetos, cuya belleza radicaba en gran medida en su modestia, se convertirían en una obsesión para la artista, bajo cuya mirada los postes de luz eran una suerte de boyas terrestres.

 

La serie Boyas consiste por tanto en esculturas colgantes en las que la parte cerámica es el aislador propiamente tal y el resto de la obra se elabora en madera. La boya, además de ser un elemento señalizador, cumple también funciones de salvación, pues es un elemento del cual agarrarse cuando uno está, o se siente, a la deriva. El arte de Nuria Mora, que es ya inconfundible por su estética pop de vivas geometrías y colores, dota el espacio de dinamismo y poesía con esta instalación para una navegación doméstica.

 

Decía la escritora Valeria Luiselli que una persona solo tiene dos residencias permanentes: la casa de infancia y la tumba. En este viaje hacia o desde las casas de su niñez los artistas establecen un vínculo desde el orden de lo material, pero también desde la sensibilidad y el afecto.

 

Durante el periodo de exposición se realizarán dos reacomodos del espacio, incorporando nuevas piezas para dotarlo de dinamismo y frescura. La idea será la misma, pero la rotación de las piezas permitirá experimentar una misma poética desde diferentes experiencias estéticas. Esta generación de un ambiente inversivo de confort e intimidad dará como resultado una instalación potente y acogedora, con toda una carga de historia y memoria del diseño.

Durante el periodo de exposición se realizarán dos reacomodos del espacio, incorporando nuevas piezas para dotarlo de dinamismo y frescura. La idea será la misma, pero la rotación de las piezas permitirá experimentar una misma poética desde diferentes experiencias estéticas. Esta generación de un ambiente inversivo de confort e intimidad dará como resultado una instalación potente y acogedora, con toda una carga de historia y memoria del diseño.